ISLAS PARALELAS (Juan Carlos de Sancho- Camila Marimón), 11 octubre - 12 noviembre 2025


 
      La fragilidad del amor, el anzuelo clavado en el seno de la amada, alterando el equilibrio, el sosiego, la quietud (Camila Marimón)



El amor odio entre dos almas. La poca cordura del músico-guitarra representada por la última cuerda que le queda y que su amada insiste en arrancar (Camila Marimón)


Juan carlos de Sancho


Iniciamos la temporada 2025-26 con esta sugerente exposición titulada "Islas paralelas" del escritor y dibujante Juan Carlos de Sancho (ensayista, antólogo, escritor….)  que tiene una larga trayectoria con más 20 libros publicados, traducido incluso al árabe, varios de ellos ilustrados con sus propios dibujos.

Islas paralelas debe su título a la idea de Lawrence Durrell “Una isla es un punto de conciencia en el mar” abierto al mestizaje y a las influencias vengan de donde vengan.

Hay que destacar su dilatada trayectoria como escritor, pero lo que nos ocupa aquí hoy por cuarta vez no es la presentación de uno de sus libros como en otras ocasiones sino la presentación de sus últimos dibujos todos inéditos. Como recordarán hace 2 años expuso individualmente en Desván Blanco con un éxito importante. Lo que verán aquí será su última producción y exposición, como él mismo manifestó por cuestiones de salud no puede estar hoy entre nosotros. 

A él le debo la sugerencia de mirar unos pocos dibujos y textos de una joven desconocida hasta hoy en el ámbito artístico canario. Al observar y leer tan solo 2 dibujos y textos dije aquí hay un pensamiento y hacer creativo con futuro.  

Se trata de la joven promesa Camila Marimón procedente de Cuba y que actualmente se encuentra estudiando en el grado de Bellas artes en la ULL en la especialidad de ilustración.

La puerta de Desván Blanco sigue abierta a pequeñas colaboraciones con jóvenes creadores como Camila que dan sus primeros pasos en este apasionante y complejo mundo del pensamiento y la creación artística, en su caso a experimentar con el arte y la escritura.

Jóvenes que atrae a un nuevo público también joven para asistir a estos eventos tan importantes para su formación estética y cultural pues como saben en Desván Blanco no sólo se realizan exposiciones también talleres, conferencias, mesas redondas, presentaciones de libros, etc.

La eventual descompensación que podrá advertir el público se debe a que Camila está en un momento de formación y esperamos que a medio o largo plazo tenga una obra más amplia para una posible futura exposición individual para ello tiene la invitación cursada desde hoy.
Decía Horacio en la Epístola a los pisones: “Pintores y poetas gozaron siempre del derecho de atreverse a todo”. Son JC de Sancho y Camila un claro ejemplo de ese atrevimiento para entrelazar escritura y dibujo.
Dijo el gran poeta francés Ives Bonnefoy en su libro apuntes sobre el dibujo: “En la palara, la poesía; y bajo el lápiz, el dibujo”.

Un poema del premio Nobel británico Rudyard Kipling, que en muchas ocasiones hizo lo que Juan Carlos de Sancho, es decir, ilustrar sus propios libros, dice así:
            
"Cuando la luz de un sol recién nacido cayó sobre los verdes y oros del Edén, nuestro padre Adán se sentó bajo el Árbol y rasguñó el moho con un palito; y el primer tosco dibujo que viera el mundo fue un gozo para su invencible corazón, hasta que el Diablo susurró oculto tras las hojas: «Bonito es, ¿pero será Arte?" 

Algo así fue lo que ocurrió hace 40.000 años cuando un neandertal dejó la marca embarrada de su mano sobre la pared de una cueva o con un trozo de madera quemada, lo que conocemos hoy como carboncillo, trazó imágenes. 

Desconocemos el sentido de esas marcas ―de la misma manera que el Diablo en el poema de Kipling―, pero sí sabemos que 20.000 años después los hombres empezarían a usar las imágenes como modo de expresión y de comunicación y que, tras algunos milenios, surgirían a partir de ellas los primeros signos escritos. 

Valga como traslación visual el conocido fresco pompeyano de la joven con el punzón y la tablilla: ¿está pensando en trazar un dibujo o en escribir unas palabras? No olvidemos que el dibujo es anterior a cualquier tipo de escritura.

Durante 40 siglos en el Egipto faraónico, ser un buen escriba iba a ser lo mismo que ser un buen dibujante: un signo preciso hacía referencia a una cosa precisa con la que guardaba similitud. En las culturas japonesa o china, por ejemplo, se sigue utilizando una escritura parcialmente ideográfica. 

¿Pero por qué pintan los poetas y escriben los pintores? La explicación hemos visto que varía con los siglos. 

La imagen sirvió de soporte comunicativo de las narraciones para las masas iletradas y la escritura continuó requiriendo también de formidables dibujantes y pintores. 

Un interesantísimo ejemplo es el códice del escritor, filósofo y teólogo del S.  IX,  Rabano Mauro donde su autor muestra auténticos poemas gráficos como el Cristo ad quadratum que versan sobre la alabanza a la Santa Cruz un interpretación cristiana del concepto pagano de la inscripción del hombre de perfectas proporciones inscrito en el círculo y el cuadrado del tratado de Arquitectura de M. Vitruvio.

No siempre pintaron unos y escribieron otros. Durante el Renacimiento, raro era el escritor que acudiera a la pintura y, sin embargo, son relativamente abundantes los pintores y escultores que escribían, bien poemas, bien textos de otro tipo más teórico, pensemos por ejemplo en L. Da Vinci, G. Vasari o L. B. Alberti. Los poetas debían de ser cultos y aspirar al humanismo ―a la manera de Petrarca― de igual manera que los pintores y escultores, practicantes de una disciplina aún a caballo entre la artesanía y las artes liberales. La versatilidad de Miguel Ángel es de sobra conocida: escultor, pintor, arquitecto, diseñador de fortificaciones… y poeta. Nunca entendió la poesía como un oficio, ni como una aspiración humanista sensu stricto, pero la practicaba con pasión desde que en torno a los treinta años aparcara durante un tiempo la escultura para dedicarse al estudio de las letras siendo esta una afición que mantendría hasta su muerte, solo sus sonetos suman 300.

“La relación del lenguaje con la pintura es una relación infinita”, decía Foucault, al hablar de Las meninas de Velázquez y así también es la relación de los escritores y los pintores con la pintura y la escritura, respectivamente. 

Son notables ejemplos las liricografías de R. Alberti, los títulos de los cuadros que, como en los grabados de Goya, se convierten en verdaderos epigramas literarios tal y como nos presenta también Juan Carlos de Sancho y Camila en sus dibujos.

Otros ejemplos significativos son los temblorosos dibujos que Dylan Thomas despachaba en las servilletas del pub para diversión de los contertulios o el intercambio de textos y dibujos también en servilletas entre Modest Cuixart y Emilio Machado (ambos pintores) que se intercambiaban para insultarse mutuamente por supuestamente robarle la novia uno al otro. Esa correspondencia epistolar pasó a formar parte de la colección del dueño del bar al que acudían con frecuencia. Pero por muy normal que sea hacer dos cosas a la vez lo cierto es que la obra plástica de los escritores, aun cuando ésta es más bien mediocre o pobre, como en el caso de T. S. Eliot, Durrell o Bukowski, nos provoca un interés que va más allá de la obra en sí. Creemos ―y algunas veces es bastante probable que sea así― que nos revelará aspectos ocultos e íntimos de la personalidad del artista.

Será con el cambio de siglo XX acentuándose según progresan las vanguardias, cuando los pintores comienzan a escribir para, en numerosas ocasiones, explicar por escrito sus nuevas ideas (manifiestos, diarios; incluso novelas, como G. de Chirico), incorporar lo verbal a su pintura (como Klee) o acercar, con la utilización de ciertas formas, las composiciones pictóricas a la escritura como hizo Kandinsky. Paul Klee, que antes de ser pintor fue o quiso ser poeta, además de violinista y profesor de La Bauhaus, afirmó en su diario: “En el fondo soy poeta, pero el saber que lo soy no debería ser obstáculo en las artes plásticas”.  La lista es muy larga: Cernuda, Juan Ramón Jiménez, R. Alberti o Federico García Lorca quien en 1927 escribió:  “Cuando un asunto es demasiado largo o tiene poéticamente una emoción manida, lo resuelvo con los lápices», insistiendo en otras cartas en el placer que le produce la práctica del dibujo: “me siento limpio, confortado, alegre, niño, cuando los hago” como el reconocimiento “usted ya sabe el extraordinario regocijo que me causa el verme tratado como pintor”. 

Sus dibujos como los de Juan Carlos de Sancho Y camila Marimón responden bien, creo yo, a aquello que decía Cocteau de los dibujos de poeta:  “Los poetas no dibujan, desenredan su escritura y después la atan de nuevo, pero de forma diferente”. En cuanto a los pintores, tal vez los escritos más conocidos sean los de Picasso, lector empedernido de poesía que en algún momento admitiría:  “Materialmente dediqué el mismo tiempo a ambas actividades [la escritura y la pintura]. Quizá algún día, cuando yo desaparezca, apareceré descrito en los diccionarios de esta manera; Pablo Ruiz Picasso: poeta y autor dramático español. Se conservan de él algunos cuadros”.  Incluso con la escultura véase el ejemplo de J. Plensa o yo mismo en esa relación directa entre escultura y pensamiento creativo escrito donde la imagen cohabita con el texto inmerso en ella.

Quizás lo que persiguen nuestros artistas invitados escritores-dibujantes Juan Carlos de Sancho y Camila Marimón, con la velocidad del gesto libre, no sea al trazo sino al trayecto, el idioma interior, hecho de imágenes que se escriben y letras que se dibujan, que sirve para lograr decir lo que no puede decirse con palabras.

Román Hernández






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