Exposición Internacional de libros de artistas y cajas de autor (Museo de Bellas Artes, Tenerife)
E L I N G R E D I E N T E A U R Á T I C O E N L A
COLECCIÓN DESVÁN BLANCO Đ ROMÁN HERNÁNDEZ
Por
E V M
En la presente temporada, en la que la tendencia en boga presta una especial atención al coleccionismo privado, el Desván Blanco de Román Hernández cuenta con la merecida atención del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife que, en abril de 2024 inaugurará una exposición, adaptada al espacio de las salas disponibles, que abarca aproximadamente un tercio de la colección completa de obras de arte que el D.B. de R.H. custodia y expone en eventuales proyectos e itinerancias regionales de exposiciones.
Entre los curiosos y anecdóticos orígenes de esa natural tendencia de algunos humanos a hacer acopio de objetos que pueden y llegan a convertir a su autor en un gran Coleccionista, capaz de generar una gran Colección, la temprana, lúcida y consecuente trayectoria de R.H. lo señala como un caso genuinamente vocacional que desde los 10 - 12 años de edad, cuenta con la certeza sobre qué es lo que le interesa; que no es otra cosa que la creatividad artística. En cuanto obtiene su licenciatura en Bellas Artes como escultor, orienta sus iniciativas hacia la docencia, además de a la constante producción de su inconfundible obra escultórica, ingresando como profesor en la Facultad de BB.AA. de la ULL.; en la que es actualmente profesor titular de Escultura. De forma que, la creatividad artística unida a la docencia en BB.AA. se convierten en el eje entorno al que oscilan, a partir de entonces, todas las iniciativas y proyectos existenciales y vitales de su autor. En el transcurso de pocos años, Román adquiere la propiedad colindante con su estudio, con el firme propósito de crear en el espacio total a su disposición, un lugar dedicado a actividades culturales; fundamentalmente exposiciones, pero también música, literatura, presentaciones de libros y actos bibliófilos, e incluso residencia ocasional de artistas que eventualmente puedan trabajar en su estudio/taller/galería/centro cultural.
En diciembre de 2018 inaugura este “sueño que empieza a hacerse realidad” con el nombre de Desván Blanco, cuya actividad, hasta el momento, solo llega a interrumpirse (como ocurre en el resto del planeta) durante la reciente pandemia/covid. Así pues, en la actualidad el D.B. acoge, en primer lugar, el conjunto de las obras producidas por R.H. que siguen siendo de su propiedad; múltiples instalaciones y conjuntos escultóricos de gran formato que, de por sí, ya se nos antojan como pura “carne de museo”, dada la virtuosa ejecución que las genera como la curiosa y peculiar temática de las series que la conforman. En segundo lugar, la colección particular de obras de otros autores que, mediante adquisiciones y trueques, han ido acumulándose en aquel entorno, nada casual ni caprichoso, sino claramente implementado a través de un claro y coherente concepto de la estética que su creador representa, promociona y reivindica. Entre pinturas, esculturas, grabados y dibujos, encontramos artistas como: Emilio Machado, Denis Long, José Hernández, Ernesto Valcárcel, Ricardo Ugarte, Ildefonso Aguilar, Paco Rosique, Andrés Delgado, Vicente López, José Luis Luzardo, Ana Lilia Martín, Tarek Ode, Pipo Hernández, Francisco Borges Salas, Denis Siniauski, Víctor Ezquerro Jr., Antonia Bacallado, Carmen Isasi, Manolo Yanes, Amelia Pisaca, Efraín Pintos y Lucas Pintos, Julio Almeida, Juan Carlos De Sancho, Claudio Sánchez, Ricardo Bonnet, Hugo Pitti, Oscar Valido, Concha Jerez, Gervasio Cabrera, Eva Hiernaux, Quico Orihuela, Felipe Hodgson, Eva Zimerman, Michelle Mulas, Tomas Oropesa, Domingo Vega, Francis Viñas, etc….
Una amplia y versátil sección de la colección D.B. que tampoco formará parte de la presente muestra cuyo contenido abarca exclusivamente -y en tercer lugar- el conjunto más loable, autóctono, experimental y pletórico de frescura y vitalidad auto-generativa de la colección D.B., compuesto por obras procedentes de las exposiciones temáticas convocadas y financiadas por esta entidad que constituye el grueso de la obra que, en esta ocasión, se reúne y presenta al público como “Colección Desván Blanco Đ Román Hernández”. Y que se limitará a la Colección de Libros y Cajas Đ Autor de D.B. Sendas exposiciones en las que, entre otras muchas colectivas proyectadas y financiadas por esta entidad, he tenido el gusto de participar -tanto con obras como con textos-, que fueron ya oportunamente glosadas y comentadas por mí en los catálogos y publicaciones correspondientes, a las que me remito y de entre los que rescato algunos párrafos y consideraciones que iré incorporando y comentando a continuación.
Teniendo en cuenta que Desván Blanco es una entidad cultural sin afán de lucro y que la programación de diversos proyectos colectivos que abarcan artes visuales, música, literatura e incluso residencias eventuales de artistas, unido a la aportación del espacio que acoge, instala y publica tales proyectos y actividades creativo-artísticas constituyen los únicos medios con los que D.B. -podríamos decir, coloquialmente- está “aportando más cancha” al panorama artístico regional, que el resto de centros y entidades culturales públicas y/o privadas, vemos claramente, cómo este particular y filantrópico sistema, genera (como quiera que fuere) la única parte de la Colección D.B. que es directa y exclusivamente producida por dicha entidad. Y que en la actualidad cuenta con 135 piezas procedentes de las dos exposiciones citadas (Libros y Cajas de Artista).
En ambos casos D.B. convoca, por invitación, a los potenciales autores de dichas muestras colectivas aportando, además del espacio, montaje y divulgación del proyecto, el diseño y producción del catálogo, cajas, inauguración, mesas redondas y otros actos e itinerancia del evento, además de no cobrar porcentaje alguno sobre las posibles ventas. Como única condición, el D.B. se hace depositario, conservador y programador perpetuo del futuro de ambas colecciones que, respectivamente, están compuestas por objetos con forma de libro o caja, cuyo interior está resuelto mediante recursos creativos propios de un artista visual y no, necesariamente, de un escritor. Es decir: cajas y libros, cuyo testimonio y contenido existencial no está compuesto por textos, con literatura, escritura y caligrafía; sino por objetos, iconos, texturas, colores y todos aquellos recursos creativos propios y exclusivos de un artista visual.
Como síntoma común en sendas colecciones, me remitiré exclusivamente a cierta cualidad aurática enunciada especialmente por Walter Benjamin, y potencialmente perceptible en todas las obras expuestas, pues, la presunta aura se manifestaría exclusivamente durante la contemplación directa de la obra original, tal y como el artista la concluyó con sus propias manos. La percepción del aura es siempre una experiencia individual. La cercanía de la obra original (nunca de una copia o reproducción) fuerza la experiencia de lo lejano y esto propicia que se le rinda culto. Es una vivencia cultual y espiritual.
Según Benjamin: “lo esencialmente lejano es lo inasequible: pues, de hecho, dicha inasequibilidad es una de las principales cualidades de la imagen de culto”. La contemplación de una copia o reproducción del original nos remitiría a una huella. El aura no es una huella. “La huella es la aparición de una cercanía por lejos que pueda estar lo que dejó atrás. Mientras que el aura es la aparición de una lejanía, por cerca que pueda estar lo que la provoca. (….) En la huella nos hacemos con la cosa; en el aura es ella la que se apodera de nosotros.” Esta vivencia se manifestaría si al contemplar presencialmente una obra directa, íntegra y personalmente ejecutada por su autor, el observador siente que la obra le devuelve la mirada. En este cruce de miradas tiene lugar la experiencia aurática.
Estas elucubraciones filosóficas del insigne Benjamin que a primera vista parecen carentes de cualquier verosimilitud desde una óptica científica, son, en mi opinión, especialmente eficaces para remitirnos metafóricamente a multitud de fenómenos inefables consustanciales o indisolublemente vinculados tanto a la creación como a la contempla-ción/interpretación de una obra de arte. Y posibilitan dialécticamente que multitud de artistas nos cuenten con palabras sus vivencias inefables, aun sin conocer ni reivindicar el carácter aurático esgrimido por el filósofo.
En una de sus últimas entrevistas, mi dilecto Antoni Tapies confesaba que una ilusión muy vinculada a su creatividad artística sería acercar una obra suya a la cabeza de un enfermo y que este sanara. E inmediatamente añadía (cito de memoria y con mis propias palabras): “yo sé que esto no es posible. Pero si la creatividad artística no fuera vulnerable a este tipo de ilusiones, a mí tampoco me interesaría”.
En la presente exposición de esta sección de la colección Desván Blanco, todas las obras reunidas fueron concebidas, diseñadas y ejecutadas ad-hoc para la ocasión, siendo además generosamente manipuladas y cohabitando en próximo contacto con sus autores durante todo el proceso de creación de las mismas. Lo que las convierte en genuinas piezas susceptibles de provocar una vivencia aurática. Así que, no les tengas miedo y comprueba cuantas de ellas te devuelven la mirada; siendo capaces de analizarte a ti, más que tú a ellas. Después de lo cual intenta trasmitir con palabras la experiencia vivenciada. Has contactado con el aura de una obra de arte. Lo que únicamente viene a dar fe de que posees una sensibilidad estética característica, exclusivamente, de escasos seres humanos.
Y sin nada más que añadir a estos respectos, concluyo este texto en:
H.O.H.; La Orotava a 12 de Diciembre de 2023.
ERNESTO VALCÁRCEL MANESCAU
Nilo Palenzuela, Román Hernández y Juan Carlos de Sancho, 11 mayo de 2024
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