Iconografía de otra cruz (Fotografías de Guillermo Sureda, Efraín y Lucas Pintos, Tomás Oropesa, Román Hernández, Magda Medina, Mauricio Pérez y Tarek Ode)


 

PROYECTO EXPOSITIVO (Fotografías/escultura)

    Efraín Pintos, Guillermo Sureda, Lucas Pintos, Magda Medina, Mauricio Pérez, Román Hernández, Tarek Ode y Tomás Oropesa

Comisario: Román Hernández


Lo que inquieta al hombre no son los hechos sino la opinión sobre los hechos

Epícteto

                                                La fotografía vendría a ser para mí el medio de ver y revivir mis fantasías. Éstas no encuentran lugar en lo cotidiano, sino en lo secreto y las cosas más ocultas, en lo extraño y lo invisible

Joel-Peter Witkin


Todos podemos gozar de la naturaleza y del arte, un principio legítimo de la modernidad. Pero la forma gratificante con la que nos acercamos al hecho artístico difiere en gran medida de unos a otros pues la interpretación estética de lo observado, de lo agradable y lo placentero, de lo horrible y lo espantoso es tan diversa como seres humanos existen.

La génesis del proyecto que hoy presentamos surgió a partir de un pasaje de la trascendental obra Los diez libros de arquitectura del arquitecto y teórico romano Marco Vitruvio Polión escrito allá por el año 25 a.C.; concretamente en el lib. III cap. I da unas indicaciones precisas que dicen así:

“No puede ningún edificio estar bien compuesto sin la simetría y proporción, como lo es un cuerpo humano bien formado […] Así mismo el centro natural del cuerpo humano es el ombligo; pues tendido el hombre supinamente, y abiertos brazos y piernas, si se pone un pie del compás en el ombligo, y se forma un círculo con el otro, tocará los extremos de pies y manos. Lo mismo que en un círculo sucederá en un cuadrado; porque si se mide desde las plantas a la coronilla, y se pasa la medida transversalmente a los brazos tendidos, se hallará ser la altura igual a la anchura, resultando un cuadrado perfecto”.

En mi artículo publicado en la revista Bellas Artes, Revista de Artes Plásticas, Estética, Diseño e Imagen, ULL, 2002 titulado “Interpretaciones y especulaciones acerca del concepto vitruviano del homo ad circulum y ad quadratum”, apunté la hipótesis, seguida también por otros autores, sobre la idea de que los romanos crucificaban a sus condenados, en la posición de una X, la denominada Cruz de San Andrés, la cual se corresponde con la figura inscrita en el círculo; pero los primeros artistas que pintaron las crucifixiones más importantes de la historia alentados o dirigidos por los poderes eclesiásticos, juzgaron poco delicada esta posición y la cambiaron por la que todos conocemos, en la que el centro de la cruz ha sido desplazado hacia arriba.

 La cruz idolatrada y convertida en símbolo por los cristianos ha llegado hasta nuestros días. Los romanos, ávidos por absorber los conocimientos y prácticas de las culturas conquistadas, se apropiaron del método de la crucifixión cuando extendieron su imperio por el Mediterráneo. La cruz fue el instrumento de ejecución utilizado con delincuentes y condenados que suponían una amenaza directa contra el imperio. La crucifixión, práctica cruel y humillante de ejecución se llevaba a cabo tanto con hombres como con mujeres que no fueran ciudadanos romanos, para éstos la muerte se les producía por ahorcamiento o decapitación.

A partir del citado pasaje de Vitrubio que tantas interpretaciones ha dado la historia y teoría del arte y la hipótesis planteada de la crucifixión realicé dos maquetas: “Del lecho al que subiste no volverás a descender, pues morirás de muerte” y “Reuniremos sus huesos hasta llegar a ensamblar las puntas de sus dedos” que incluí en mi exposición Cuestiones ineludibles. Una poética del silencio (exconvento de Santo Domingo, La Laguna, 2015); muestra que se centró fundamentalmente en la muerte. La segunda escultura, ampliada a tamaño natural, representa una cruz latina, conocida también como capitata o romana en la que la cúspide ha sido sustituida por un arco cilíndrico y una esfera atravesados por un mástil. En el travesaño ahuecado, el titulus o tablilla de madera recoge el nombre del crucificado y el porqué de su castigo: Jesus Nazarenus Rex Judaeorum. En el palo se recoge el siguiente texto: “la gran muerte se adelantó y la llevó con ella hasta que un pequeño gorrión revoloteó sobre su lecho un instante y la devolvió a la vida” dedicado a la madre de una amiga pues durante su misa de réquiem, un gorrión revoloteó por la iglesia hasta posarse sobre su féretro, fue algo muy emotivo para mí. En la base sobre la que se alza la cruz rezan los siguientes textos: “Reuniremos su huesos hasta llegar a ensamblar las puntas de sus dedos/ora pro nobis” y “del lecho al que subiste ya no volverás a descender pues morirás de muerte”.

Este proyecto expositivo reunió a ocho artistas: tres escultores (Mauricio Pérez, Tomás Oropesa y yo mismo) y cinco fotógrafos (Magda Medina, Guillermo Sureda, Efraín Pintos, Lucas Pintos y Tarek Ode). La idea trascendental que subyace en la invitación a los artistas/ fotógrafos no fue, en ningún momento, la de representar su visión sobre el hecho incuestionable de la muerte, sino la utilización de ese símbolo más allá de cualquier connotación religiosa con el fin de crear imágenes de gran calado visual y estético con la inclusión de modelos tanto masculinos como femeninos realizando una exégesis particular de la crucifixión desde un punto de vista pagano, no cristiano.

A todos los que participaron:

Modelos de Mauricio Pérez: Antonio Díaz, Junko Wakabayashi y Héctor E. Hernández

Modelos de Magda Medina: Sara Begoña Pérez, Cloe Arned

Modelos de Román Hernández: Mesner Edu, Sara Gutiérrez, Héctor E. Hernández, Tingo Aguiar y Junko Wakabayashi)

Modelos de Guillermo Sureda: Yoli Febles, Román Hernández y julio Almeida

Modelo de Tomás Oropesa: Zebenzui de la Hoz

Modelos de Efraín y Lucas Pintos: Livia Nemtanu y Gabriel Pintos

Patricia Samlor (maquilladora), Ruth A. González (ayudante de montaje) y Sonia Díaz Corrales(correctora de textos)

Debo especial reconocimiento y gratitud por el intenso trabajo realizado para presentar sus propuestas con la intención de establecer también un diálogo entre ellas y cuyo fin último no es otro que la persecución y celebración de la belleza, es decir, un medio para alcanzar lo inefable.



El biólogo Crucificado con Sara y Mesner (Román Hernández)


Héctor crucificado (Román Hernández)



Junko Crucificada (Román Hernández)



Sara Crucificada (Román Hernández)

 

Paisajes antropizados

Mi propuesta sobre la crucifixión, planteada por Román Hernández, para la exposición “Iconografía de otra cruz” nace en una de mis excursiones por la costa del sur de Tenerife, al visualizar unos invernaderos situados en paisajes antropizados y abandonados, cubiertos de estructuras metálicas, plásticos y mallas de nylon, que se alzan retorcidos, enmarañados por las inclemencias del tiempo. Hablan de una historia reciente de destrucción de parajes naturales transformados en nuevos paisajes surrealistas y desnaturalizados. Hay en ellos una devastación de los elementos patrimoniales e identitarios pertenecientes al ecosistema y a la naturaleza.

La obra final de la crucifixión parte de la selección de fotos realizadas desde el interior de varios invernaderos interpretados por mí. Las fotografías uno y dos recogen restos de mallas, alambres y tubos metálicos que me sugirieron la idea de la crucifixión y el empalamiento. La tercera fotografía me inspiró la imagen de un jinete apocalíptico que simboliza la destrucción y muerte del patrimonio natural y paisajístico. Por último, la cuarta fotografía muestra una malla sin forma definida por su permanente exposición al viento, en claro contraste con el azul del cielo.

En mi propuesta del crucificado, el modelo, envuelto a modo de sudario, por una malla de invernadero, sucia y recogida en el sur de la isla de Tenerife. Sobre su cabeza reposa una corona de espinas, pies y brazos desnudos. Su cuerpo, colocado sobre la cruz, parece transportarlo hacia un plano oscuro y misterioso.

Tomás Oropesa


 Tomás Oropesa









La cruz es para uno

Será que hoy como ayer, encuentro reflejados mis pensamientos recurrentes cada vez que veo la fotografía. Quizás fue cuando la concebí esa extraña cruz me inquietó desde que la vi, por eso no me resultó difícil plantear un escenario inexistente que huyera de la lectura esperada. Ese símbolo universal que la retórica cristiana ha utilizado para enviar mensajes sobre el sufrimiento, la redención y la esperanza tenía claro que no era mi objetivo. Es mi recuerdo del aire frío de la mañana al caminar por lugares cargados de ausencias lo que me motivó a abordarlo. Es lo inabarcable lo que intento plasmar, una vez más. Más bien esconderme en él, es el mejor de los refugios. Me decía. En una existencia limitada como es la nuestra, crear es lo único que puede acercarnos a esa idea, alguien dijo que la imaginación es pariente del infinito, además lo que hagamos, en el mejor de los casos, trascenderá nuestra condición efímera. Pero será el paisaje el que me ayude en ese propósito, esa lejanía inalcanzable, inabarcable que siempre nos ofrece, ¿qué habrá más allá de las montañas? Y lo incorporo como fondo al elemento central de la cruz. Extrañamente incluirlo hace que la representación mantenga un tono sosegado, pacífico, nada parece alimentar la tragedia. La inmensidad del espacio, la llegada del alba, esa luz ajena que llega para iluminar el primer plano. Y en la penumbra del páramo se personifica la situación de un hombre que se enfrenta a su destino a solas. Un hombre resignado, consciente de que su tiempo se acaba. Su edad le permite aceptar con serenidad aquellos delitos que le han colocado ahí, quizás sin merecerlos. Ahora entiendo que será el diálogo entre lo cercano, perturbado por la tragedia, y lo distante, en una panorámica que permanece extraña a todo en su fastuosidad, lo que termina articulando la imagen. Es la lucha entre lo predestinado y la libertad. La presencia humana que se atisba en la lejanía. Unos puntos de luz que delatan que más allá hay vida, con gente inmersa en la dinámica de su propia existencia, ausente en el espectáculo al que asistimos. Es como si acentuara el abandono, la indiferencia de los otros. Un universo amenazador frente al cual solo cabe la posibilidad de un grito frente al silencio de la desdicha Es la presencia de un hombre sometido en soledad, y no la de un dios, el que permanece clavado absurdamente en una cruz abandonada en medio de la nada esperando a que todo termine. Tal vez alguien lo recuerde algún día, pero ten en cuenta que el infinito nunca se da en todas las direcciones.

Mauricio Pérez Jiménez






















Mauricio Pérez Jiménez

Mauricio Pérez Jiménez


No hay lugar para la sinrazón… para símbolos de opresión y dominio (Magda Medina) 



Magda Medina 


El paso del tiempo, la imagen fotográfica con grandes periodos de exposición de más de cinco minutos, me interesa el conflicto que se crea entre la fotografía y el video, ¿es realmente una foto, una imagen con tanto tiempo de exposición o hablamos de un vídeo?, ¿dónde se encuentra cada uno?. La pureza de la imagen fotográfica como tal nunca me ha interesado, busco el punto de encuentro con la pintura donde la técnica deja de tener sentido. Con esta fotografía busco captar la atmósfera que se crea donde el ojo no llega, en esos periodos de tiempo en los cuales se suman segundos y minutos de la imagen y van quedando impregnados en un único fotograma. La imagen final.

Tarek Ode

 

 Tarek Ode


Hay símbolos asentados en nuestra sociedad a través de tradiciones seculares que tienen la consideración de ser sempiternos, inmutables e incluso atemporales. Son reconocidos como representaciones de una realidad trascendente, y su origen se encuentra en dos hechos. O bien, lo identificamos, en su estructura arquetípica, con una capacidad innata de apelar a la esencia humana o bien lleva tanto tiempo siendo un sólido referente que es casi consustancial a nuestra percepción social. La cruz como símbolo abstracto y el crucifijo como actualización del primero con realidad material conjuga ambos elementos en las culturas donde el cristianismo tiene una indudable y prolongada presencia. Con el paulatino advenimiento del laicismo, la cruz ha pasado de ser sacrosanta e intocable a estar sometida a objeto de debate y discusión pero también de creación más allá de los moldes establecidos. Y es precisamente la experimentación en un contexto artístico la que fomenta la observación sobre lo que representan los símbolos y, lo que es más relevante, cómo se produce esta representación. La cruz forma parte de nuestro acervo cultural de tal manera que está grabado en nuestra memoria de forma indeleble y no resulta fácil sustraerse a los valores o asociaciones que evoca en un plano personal o social.  En este sentido, lo que propone esta fotografía a través de la inversión de términos, el intercambio de roles, la yuxtaposición de elementos en apariencia contrarios es abrir un nuevo horizonte de exploración y reflexión lúdicos. Al romper las expectativas de lo que es y debe ser, nos vemos confrontados con nuestras propias reacciones y con el descubrimiento de lo que sentimos ante la recreación artística del símbolo. Esta obra no pretende ser una mera provocación, más bien lo contrario. Dejando aflorar emociones y pensamientos de atracción, repulsión o mera indiferencia, o tal vez todo junto, quiere inducir a la contemplación, la introspección o la autoexploración. Abriga la esperanza de que es posible alejarse de los condicionamientos personales o sociales para ahondar en nuestra íntima naturaleza, en la configuración de nuestra personalidad, en nuestro ser que resucita en cada momento, en cada respiración. Su sentido lo plasmó el sabio Tshian Ho en sus célebres palabras: “No tienes la menor idea de los límites que le has impuesto a tu percepción ni de toda la belleza que podrías ver”.

Efrain y Lucas Pintos




LA CRUZ ESTÁ EN SU MANO

El crucifijo en su origen, torturaba y mataba; 600 años más tarde el cristianismo lo hizo su símbolo de salvación. Para mi proyecto he elegido su primera acepción. Nuestra sociedad disfruta de avances científicos, pero “elige” estar esclavizada al móvil y las redes sociales; alta tecnología y baja calidad de vida: la definición del Cyberpunk.

Cyberpunk es un género creativo con orígenes entre los años 60 y 70 que surge del movimiento New Wave de la ciencia ficción con escritores como Isaac Asimov (“Bóvedas De Acero”, 1953), Philip K. Dick (“¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, 1958) o Bruce Bethke con su historia corta “Cyberpunk” de 1983. Todas las narraciones de este género tienen en común una sociedad distópica caracterizada por muy alta tecnología y unas condiciones de vida paupérrimas; implantes cibernéticos de altas prestaciones conviven con la deshumanización de una población explotada y asediada por el consumismo fomentado por mega corporaciones y sin miras a un mañana mejor… ¿Será este nuestro futuro próximo o ya es el presente?

En 1982 el filme “Blade Runner” de Ridley Scott puso las bases estéticas del Cyberpunk: Ciudades gigantescas con edificios que limitan a los ciudadanos a transitar sin ver el sol, bombardeados por publicidad en anuncios de neón y holográficos, rodeados de vehículos futuristas y contaminación en forma de humo irrespirable o una lluvia ácida que nunca cesa. He trasladado esta estética a mi foto con tonos muy saturados rosa o rojos y violetas o azules que rodean al protagonista con un fondo azul añil salpicado de elementos futuristas y una niebla verde en el suelo que representan una atmósfera tóxica y un entorno mayormente oscuro donde solo el “creador” ve todo desde arriba.

Esta estética daba gritos en mi cabeza nada más ver la cruz pos-modernista del escultor en medio de su taller, un espacio tan rico en elementos primarios (sus esculturas de cabezas y torsos), secundarios (todo tipo de cráneos de animales, maquinarias y herramientas) y terciarios (la bella escalera de caracol que tenía antes, reemplazada por un no menos interesante ascensor). Mi cruz sería creación de un actualizado Dr. Frankenstein, la máquina de control perfecta para un hipotético ciudadano en medio de una urbe futurista. Pensé que sería cosa de poner unas luces y colocar los detalles futuristas de ciencia ficción con un poco de 3D… inocente de mí.

Complicado, pero la idea se aferró a mis neuronas en 2019 cuando el escultor me invitó a formar parte del proyecto y se acabó de enquistar en enero del 2020 cuando comencé a medir la cruz y hacer fotos del taller. En marzo 2020 llegó la pandemia y se retoma el proyecto en octubre de 2023; Román me dice: “La inauguración de la exposición de “Iconografía de Otra Cruz” será en marzo de 2024; ¿vas a participar?… Elegí la píldora roja y entré en El Matrix…

PREPRODUCCIÓN: Después de tres tardes volviendo a medir la cruz y el taller, imprescindible para crear los elementos en 3D característicos del Cyberpunk, comencé con las pruebas de luz que fueron cuatro de entre tres y seis horas. Después de cada prueba actualizaba mi modelo virtual del taller y hacía cambios en él para refinar la imagen que tenía en mente. Un modelo virtual del sujeto sobre la cruz y del personaje secundario del fondo me sirvieron para estudiar el ángulo de la cámara y la postura final del sujeto principal, aparte de la posición y dirección definitiva de las luces, 8 en total. Otras dos tardes me llevó capturar el taller iluminado por tres láseres verdes (f8, 2s, ISO 1600) y una más para capturar el efecto de la niebla seccionada por el plano de los láseres (f8, 1/10s, ISO 1600). No dejó de saltar la alarma de incendios en más de tres ocasiones cada noche… Gracias por tu paciencia Román!

PRODUCCIÓN: La noche de la fotografiá principal con la modelo de carne y hueso - Yoli Febles (que accedió participar en este proyecto con solo 24 horas de antelación) y mis dos colaboradores, Román y Julio Almeida fue la más breve; todos los parámetros estaban decididos y en exactamente 13 minutos hice las 23 fotos de las que la antepenúltima resulto ser idónea (f8, 1/100s, ISO 200).

POSTPRODUCCIÓN: 

3D: Modelé con sólidos paramétricos el taller, la cruz virtual, las dieciséis conexiones de ésta con su base y el ordenador retro-futurista donde yace atrapado el asistente virtual (Julio Almeida); así como a la reaparecida escalera de caracol. Superficies de Subdivisión y NURBS dieron forma a la prótesis robótica y los accesorios futuristas de placer que lleva el sujeto. Los diez tubos y cables que conectan al sujeto con la cruz (al más puro estilo Matrix) los modelé en la misma aplicación en que creé el letrero de neón, coloqué la cámara y las luces y rendericé todos los elementos de la escena final.

2D: Dibujé los iconos del móvil futurista que lleva el sujeto en su mano con una aplicación de ilustración vectorial. Aproveché las máscaras que genera la aplicación de renderizado 3D para componer la imagen con la perspectiva correcta y la iluminación virtual acorde a la foto real para compositar los elementos 3D en una aplicación de edición fotográfica donde también creé elementos sencillos como carteles; aparte de usar técnicas estándar de edición fotográfica, para eliminar sombras y otros elementos inconvenientes o crear sombras nuevas de los elementos virtuales sobre los reales.

AGRADECIMIENTOS:

Agradezco a Román Hernández invitarme a participar en este proyecto tan interesante como complejo, a Julio por estar allí con su humor y buenos consejos y, sobre todo, a Yoli Febles que no solo ha prestado su imagen, talento y el amor al arte que le caracterizan, Gracias.


Guillermo Sureda Burgos



Guillermo Sureda Burgos



EDICIÓN DE CAJA DE AUTOR 

TÍTULO: Iconografía de otra cruz
AUTOR: Román Hernandez (los Realejos, Tenerife, 1963)
FECHA REALIZACIÓN: 2023-24
MEDIDAS: 44 x 25,5 x 9 cm (cerrada)
TÉCNICA: mixta
MATERIALES: DM, papel, resina acrílica, cristal y fotografías/pvc
EDICIÓN: 15 ejemplares numerados por su autor
OBSERVACIONES: Contiene folleto impresión digital, 8 fotografías/pvc firmadas por sus autores y textos de los autores.




















PRENSA


AGENCIA EFE (Ana Santana)

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