Mesa redonda/charla "El proceso creativo. Diálogo con lo inefable"



Augusto Vives: artista plástico, profesor de IES en Las Palmas. 

Efraín Pintos : fotógrafo profesional y académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel

Ernesto Valcárcel: artista plástico, crítico de arte, profesor de la Facultad de Bellas Artes de la ULL hasta su jubilación y también académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel.

Fermín Higuera: escritor, poeta, crítico de arte, compositor, profesor de piano hasta su jubilación en el Conservatorio profesional de música Amaniel de Madrid.

Mauricio Pérez: artista plástico multidisciplinar, profesor Titular de la Facultad de Bellas Artes de la ULL.

Sonia Díaz Corrales: escritora, poeta 

Román Hernández: escultor, gestor cultural, profesor Titular de la Facultad de Bellas Artes de la ULL y Dir. de Desván Blanco.

Víctor Ezquerro: Dibujante y profesor de dibujo en su propia academia.


Ponentes de la mesa redonda



                                                 Augusto Vives




EL PROCESO CREATIVO & DIÁLOGO CON LO INEFABLE
MESA  REDONDA  EN  DESVAN  BLANCO;   S/3; may; 2023.   19 h.

Pese a la escases de tiempo disponible, no quisiera saltarme la oportunidad de  agradecer y felicitar una vez más a Román Hernández por su diligencia e iniciativa al continuar programando estas convocatorias tan esperadas y eficaces, que en realidad son las únicas que aportan algo de “cancha” al depauperado panorama cultural y artístico regional. Y en esta ocasión, con un tema tan pertinente y oportuno como es EL PROCESO CREATIVO [P.C.], pero acompañado esta vez de un subtítulo (DIÁLOGO CON LO INEFABLE) que viene a funcionar en realidad, como el señuelo o el anzuelo que todos hemos gustosamente mordido para estar aquí. 
El P.C. comienza a convertirse en un término habitual en el argot o léxico artístico, hace ya más de un siglo; pues, son los Dadaistas quienes, en principio, proliferan en manifiestos y testimonios al respecto, entre los que destacan, por ejemplo,  las Boites: Vert, Blanche, o en Valise de Duchamp, en las que se recogen diversos testimonios y datos sobre los procesos creativos que generan sus obras, como Le Grand Verre o su Etant donés, que tarda 18 años en darlo por concluido. La relevancia del P.C. se pone de manifiesto y evoluciona a lo largo de todas las Vanguardias Artísticas, culminando así al llegar a convertirse en el Leitmotiv del Conceptualismo, la última de ellas, años 70. Lo que viene a funcionar como un punto y aparte en la historia del arte, con el que, en principio yo estoy totalmente de acuerdo. Gran parte de mis recursos creativos son eminentemente Conceptuales. Sin embargo, en su facción más radical e iconoclasta, alguno conceptualistas llegan a menos-preciar hasta la propia ejecución de la obra, tildándola de artesanal y carente del valor conceptual e intelectual que según ellos –pobres snobs- es lo único que importa. Algo que yo deploro y denuncio en mi última exposición “El Prodigio Objetual”. 
    El Prodigio Objetual no es el título de ninguna de mis obras, sino, el objetivo de una intención, comprometida y empeñada en restituir al objeto artístico, el valor primordial que el Conceptualismo le ha negado o, cuando menos, cuestionado. Pues, sin su carácter objetual, material y físico, estas obras no pasarían de ser meros tratados sobre estética o una especie de filosofía sobre lo visual. 
Paralelamente, durante el vertiginoso transcurso del S/XX e inicios del XXI, el artista también se percata de que, gran parte del P.C. e incluso de la propia forma en que funciona el pensamiento, corresponde al ámbito de lo INEFABLE. También es Duchamp quien nos adelanta a este respecto su jugosa reflexión sobre la naranja: podemos escribir multitud de datos y conocimientos sobre la naranja. Pero nada nos proporcionará un conocimiento de ella, comparable al que obtendremos al mondarla, fragmentarla en gajos y morderla, masticarla y tragarla. Una vivencia pura y exclusivamente sensorial e inefable, en la que las palabras no ocupan lugar alguno y sin el que, de poco nos servirá cualquier otra aportación dialéctica sobre el tema. ¿Por qué entonces esta necesidad de traducir en palabras y de convertir en un fenómeno dialéctico, hasta lo que, por definición, consideramos inefable ?. Pues porque, mal que nos pese, la palabra es el medio de comunicación por antonomasia. Y tenemos que arreglárnoslas para poder hablar hasta de aquello que podemos vivenciar sin mediación alguna de palabras, ni del lenguaje. Para ello disponemos de recursos dialécticos como la metáfora y el símil. Y ninguna más apropiada para las Artes Visuales que la Alquimia. Muchos textos alquímicos funcionan como poéticas descripciones de procesos creativos. En su prólogo para “El Misterio De Las Catedrales”, de Fulcanelli; Eugene Canseliet escribe: “Qué es la Alquimia para el hombre, sino la busca y el despertar de la vida, secretamente adormecida, bajo la gruesa envoltura del ser y la ruda corteza de las cosas”. Cambiemos Alquimia por Arte y comprobaremos que la descripción sigue siendo igualmente afortunada: “Qué es el Arte para el hombre, sino….”. A este respecto, me viene a la memoria un cuadrito de Dokoupil, de su época juvenil (un bodegón en el que se ve en primer plano una lata abierta de la que brotan unas apetitosas sardinas), cuyo carácter freaky contrasta jocosamente con la solemnidad y poética de la cita alquímica;  pues su título es: “awake sardine; I am painting”. Esta es “la vida, secretamente adormecida…” que el artista espera resucitar en su obra. Una vida que intenta insuflar al soporte objetual que contiene su inefable vivencia. Se hace así obligado, remitirnos aquí al carácter AURÁTICO, acuñado por W. Benjamin, con el que nos señala ciertas cualidades energéticas e identitarias que, según él, poseerían aquellas obras especialmente manipuladas por su autor durante su ejecución o creación. Una interpretación muy discutible, pero a la que encontramos multitud de ejemplos testimoniales de artistas que confluyen, aun sin saberlo, con el espíritu y el anhelo que lo Aurático de Benjamin, nos aporta. Por ejemplo: en una de sus últimas entrevistas, Tapies declaraba que una ilusión consustancial a sus procesos creativos sería acercar un cuadro suyo a un enfermo y que este sanara. A lo que inmediatamente añadía: yo sé que esto es imposible, pero si la creatividad artística no fuera vulnerable a este tipo de ilusiones, a mí no me interesaría. 
En mi opinión, creo que la sempiterna condena que las religiones monoteístas han mantenido hacia la idolatría, serían el origen y la raíz de una especie prejuicio atrapado en el subconsciente colectivo, por el que, sistemáticamente, casi todo el mundo tiende, por defecto, a desconfiar del valor material, objetual y terrenal de las cosas. Sin embargo, también sé que el apego a objetos artísticos, históricos y/o simplemente entrañables, lejos de proceder de nada pecaminoso ni punitivo, denota, por el contrario: educación, cultura, refinamiento, sensibilidad, optimismo y buena voluntad. Abramos pues, nuestra más sana percepción sensorial a la poética que genera y pervive en todas las artes correspondientes a todos los sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto), fenómenos todos ellos inefables, pues, atañen integra y exclusivamente a nuestra percepción sensorial; y aprendamos a reconocer que es la poética que las genera y habita la que nos ha de proporcionar las claves para su ejecución; y no al revés.
Y concluyo con el canto XXXVI de O guardador de rebanhos de Alberto Caeiro; en el que Fernando Pessoa nos advierte: 
¡Y hay poetas que son artistas 
y trabajan los versos como un carpintero las tablas!....
¡Qué triste no saber florecer!
        ¡Que tengan que poner verso sobre verso, como al construir un muro....
y ver si está bien, y quitar lo que esté mal!....
Cuando la única casa artística es la Tierra entera.
que siempre está bien, aunque varíe, y siempre es la misma....


La Orotava; 1 de junio de 2023.                                                                            Ernesto Valcárcel Manescau



La rama quebrada. Iluminación en el diálogo con lo inefable

En una ocasión, un artista plástico con el que tenía cierta afinidad me enseñó un dibujo suyo donde aparecía una chica que había despertado en él un amor tan vehemente que le provocaba insomnio, inapetencia, temblores —o eso recuerdo que dijo—, estaba en un momento de franca desesperanza y pensar en ella, sobre todo dibujarla, le traía alguna clase de consuelo. La chica no parecía nada especial, pero del trasfondo del dibujo salía un esplendor que la convertía en algo diferente. Le pregunté qué tenía la chica de particular y entonces se quedó pensando: —Ella no se desnuda… amanece, murmuró.

No sé si la chica era tan extraordinaria, pero estoy segura de que él consiguió transferir a su dibujo lo expresado. Creó una obra de arte donde una chica —quizás común—, no se desnudaba, sino que se transformaba en la luz desmayada y leve del amanecer. Y eso lo consiguió con unos pocos trazos en una cartulina. 

Así ocurre el proceso creativo en la mayoría de los artistas: una porción de mundo se separa del resto y se convierte en una idea lúcida (idea como representación mental de algo, material o inmaterial, real o imaginario, concreto o abstracto, tras la observación de los fenómenos, la asociación de representaciones mentales, o la experiencia vital, como fue el caso de aquel artista.)  

Platón definió la creatividad como una especie de entusiasmo que nos arrastra fuera de nosotros mismos, Aristóteles como un proceso racional que en la mayoría de los creadores se diluye en las emociones, Sócrates como el eterno cuestionamiento de la idea, que si no conduce a una solución, no seremos iluminados por la belleza (de la idea) que es el fin último de todo, y tendríamos que comenzar de nuevo a preguntar.

Graham Wallas (1858-1932), profesor y ensayista inglés, teórico en ciencias políticas, en su libro “El arte del pensamiento” dividió en cuatro fases el proceso de creación: búsqueda o preparación, incubación, iluminación, verificación. No perdamos de vista la fase de iluminación, que a mi juicio es el núcleo imprecindible para concretar la creación, a pesar de que algunos “artistas contemporáneos”, se persignan, y no con la señal de la cruz, cuando oyen esta palabra.

Octavio Paz describía su propia experiencia del proceso creativo como lo que llegaba cuando comenzaba a trabajar en lo que le encargaban: un ensayo, un artículo, una tesis, pero distinguía y separaba absolutamente de eso la poesía. Volveremos a Paz en este comentario, no se puede pasar de largo por su grandeza y su agudeza cuando hablamos de algo tan serio como la creación. 

Jorge Luis Borges, sin ninguna duda uno de los escritores más influyentes y originales de todos los tiempos, creaba a partir de una idea perenne, cuyo desarrollo se resolvía en infinitas posibilidades, a lo que él llamaba “un repertorio de futuros posibles” (Jardín de senderos que se bifurcan, La media luna). Escribe en El Zahir: Una moneda simboliza nuestro libre albedrio. Insomne, poseído, casi feliz, pensé que nada hay menos material que el dinero, ya que cualquier moneda (una moneda de veinte centavos, digamos) es, en rigor, un repertorio de futuros posibles. Borges, no desechaba de inicio ninguno de esos posibles, a veces los escribía todos, y luego elegía, una o algunas de esas creaciones para conformar una misma escritura donde todo se fragmentaba, y, rara cosa, eso mismo lo hacía consistente y creíble. 

Gastón Bachelar, uno de los filósofos modernos más extraordinarios que he leído escribió una trilogía de libros donde aborda los procesos creativos y su origen y desarrollo, en “El aire y los sueños” compara al creador con un soñador y al proceso creativo con la ingravidez: “La nube, movimiento lento y redondo, movimiento blanco, sin ruido, conmueve en nosotros una vida de imaginación blanda, redonda, pálida… en copos… A la larga, nada puede resistir a la invitación al viaje de las nubes que, pacientemente, pasan y pasan… le parece al soñador que la nube puede arrastrar todo: el dolor, el metal y el grito…”. Bachelar plantea la creación como un proceso totalmente original e hipnótico.

No podemos comprender o explicar con precisión los procesos creativos, ni cuando intentamos sintetizarlos en estos escasos cinco minutos, ni si tomáramos varias horas para abordar el pensamiento de todos los mencionados aquí, por ahí encontramos hasta mapas del proceso creativo, esquemas, estudios de imágenes de como se ve el cerebro mientras crea, pero yo estoy segura de que nada puede explicar mejor ese valor excepcional que la propia obra de arte. 

Prometí volver a Paz y a la iluminación, que para mí es misterio, y don de Dios, creador mayor de todas las cosas. La iluminación ocurre cuando la idea creativa salta del procesamiento interior al consciente, donde el hombre común, en su momento de mayor soledad, se convierte también en creador. 

Atención a Paz:
Alzo los ojos: no hay nada
silencio sobre la rama
sobre la rama quebrada.

De la nada, del silencio, del vacío, de la síntesis infinita de las palabras, de lo que dicen, de esa rama quebrada, el poeta crea un mundo total, infinito, original en cada lector, que a su vez participa del diálogo con lo inefable del que me han propuesto participar hoy, creando a su vez lo que individualmente es capaz de soñar. 

Sonia Díaz Corrales




Fermín Higuera



Mauricio Pérez


Victor Ezquerro



Efraín Pintos









 

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