Presentación y lectura poética de "Religare. Del arte de tocar el piano" (Fermín Higuera)


Fermín Higuera (Santa Cruz de Tenerife, 1961), poeta, músico, compositor, que ha ejercido también la crítica artística.
 
La relación de amistad y connivencia entre nosotros se remonta a más de una década, centrándonos en aportaciones mutuas que han aparecido en diversas publicaciones. Que Fermín es un perfecto conocedor de cada una de mis obras lo demuestra el aforismo que escribió para el catálogo de “Armario de luces y sombras acompañado de testamento ológrafo y otros enigmas” y el ensayo crítico que encabeza el catálogo de mi exposición Cuestiones ineludibles, una poética del silencio, el ensayo en cuestión se titula “Román Hernández: ley y cordialidad”
 
A Fermín y a mí nos ha unido el arte y la literatura en un maridaje que ha llegado hasta el día de hoy pues seguimos colaborando juntos acordando seguir aportando nuestras sensaciones y emociones a esto que llamamos arte y literatura en un nuevo proyecto artístico-literario sobre sexo y erotismo que verá la luz el próximo año.
 
Si Fermín se ha ocupado de realizar análisis ecfrásticos sobre algunas de las obras de mi autoría también su obra ha supuesto también el germen de otras creaciones. Una retroalimentación continua en el tiempo.
 
Mi única credencial, mejor o peor conseguida, en este caso es la de ilustrador, la de haber tenido el privilegio de realizar por encargo los dibujos para Religare. Del arte de tocar el piano (ed. Polibea, Madrid, 2011) cuestión, por otro lado compleja pues alumbrar o descifrar a través de ellos el pensamiento del otro es una exégesis siempre parcial del todo inaccesible. Lo que si puedo afirmar es que con la lectura de Religare y la realización de los dibujos en aquel momento de silencio en el que logré alumbrarlos obtuve momentos de paz y tranquilidad.

Podemos convenir en que no siendo un crítico literario sino un lector empedernido de poesía y un simple y parcial ilustrador no puedo tener un pensamiento crítico y profundamente analítico sobre la obra en cuestión sino simples ocurrencias. No suena muy original esto que digo pero es así. Es este un poemario de extrema sensibilidad y sensualidad.
 
Cuando toca, Fermín acaricia las teclas del piano, su percepción auditiva se extiende a través de sus manos, esto es su percepción háptica y visual; la reconocemos incluso en cada uno de los poemas en la estructura del lenguaje.
 
Unamuno escribió un sugerente y acertado aforismo que dice: “Piensa el sentimiento, siente el pensamiento” y es que ciertamente es ésta la verdadera esencia del arte y la literatura. Creo que Fermín o se acerca a este pensamiento o es plenamente consciente de ello. Por esto que digo, siento la necesidad de preguntarle si la poesía ¿puede ser una experiencia totalizadora que abarca todas las dimensiones de lo humano, en lo individual y lo colectivo? Compleja pregunta que probablemente requiere múltiples respuestas. Aquí me permito al menos arrojar algo de luz al interrogante en cuestión. La poesía como toda obra de arte, encierra, en expresión del cineasta Win Wenders, un “momento de verdad” destinado a ser experiencia de otros. Lo que recuerda la valiosa intuición de Ortega y Gasset cuando propuso su concepción perspectivista de la verdad de suerte que cada obra de arte, en la medida en que es expresión única e irrepetible de la perspectiva de un yo, está llamada a enriquecernos.
 
Sin duda, Fermín en su poesía recrea la realidad, naturalmente su realidad que es individual, única e irrepetible; se nutre de ella, de todo aquello que la rodea, de la música, del arte, de la naturaleza, de sus pensamientos, de sus sueños... La poesía existe porque existe la vida y la muerte. Ya nos lo advirtió A. Gamoneda cuando escribió que “venimos de la inexistencia y hacia ella nos dirigimos”. Todo puede ser lugar de inspiración para un pensamiento poético que no es otra cosa que pensamiento creativo. Como bien dijo el poeta argentino Roberto Juarroz: "El destino del poeta moderno es volver a unir el pensar, el sentir, el imaginar, el amar, el crear como forma de vida…" y yo necesito añadir que es también volver a la educación de la percepción a través de todos y cada uno de nuestros sentidos. Me remito por ejemplo al hermoso poema de Religare de la página 23 que dice así:

Podrás yacer en el abismo
o volar sin fundamento
en las alturas huecas
pero tocas el piano
y al hacerlo sonar
le hablas a las raíces de las cosas
 
No te olvides de que no eres nada
sino tacto enardecido
tránsito en conciencia de sí
por el estremecimiento del roce
por el enardecimiento del diálogo
que se sueña en el ahora
 
No olvides que sólo eres real
cuando tocas y te tocan.

Como bien dijo el arquitecto Juhani Pallasmaa “un gran músico más que tocar un instrumento se toca a sí mismo”. Fermín ha vivido la música y la vida poéticamente de forma intensa en soledad y meditación durante toda su vida a través del estudio, la lectura pero también a través del cuerpo que es el lugar de percepción del espacio, del silencio, del amor, del dolor y de la muerte:
 
Te verán tocar
y no apreciarán
movimiento alguno
argumentarán que tocas así por pura facilidad
pero el que camina alumbrándose
en la percepción interna de los brazos
reconocerá
que has sabido comunicar
el descendimiento y la elevación
 
Poco importa si has llegado
a saberlo
por un don innato
sin esfuerzo
o por fruto
del ahínco y el sudor
llegas porque has puesto en contacto
el infierno y el destello de las alas
 
Comer la manzana
No ha de suponer
La expulsión del paraíso
 

Román Hernández 
Santa Cruz de Tenerife, 20 de abril de 2023




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